La otra noche , mientras conducía mi coche por la autopista de San Diego, se me ocurrió pensar que el único tiempo de que disponemos la mayoría para la reflexión es cuando vamos tras el volante. En efecto es el único tiempo en que estamos libres; libres de llamadas, libres de nuestras ocupaciones habituales, libres de toda clase de interrupciones, y únicamente atentos a la necesidad de usar con prudencia el volante y los frenos. Mientras corría por esa carretera, mi mente iba pasando de un pensamiento a otro con tanta facilidad como sí hiciera girar el sintonizador del radio. Y cuando llegué a casa, me conocía a mi mismo un poco mejor.
Jack Smith